La podología abarca no solo el análisis, diagnóstico y tratamiento de las patologías que afectan los pies y sus estructuras asociadas, sino que también contribuye a la mejora de la salud en general. Por lo tanto, llevar a cabo una revisión podológica anual puede resultar ventajoso para optimizar la calidad de vida.
La podología desempeña diversas funciones orientadas a mejorar la salud de nuestros pies, constituyendo este aspecto su principal ventaja. Es habitual que los pacientes no busquen la atención del podólogo hasta que experimentan algún problema en sus pies. En la mayoría de los casos, al llegar a este punto, se concluye en dos aspectos: primero, que el paciente podría haber evitado la situación asistiendo a consultas regulares, y segundo, que el tratamiento necesario es más extenso ahora que si se hubiera tomado medidas preventivas.
Asimismo, la podología se ocupa de la prevención y tratamiento de diversas patologías. Entre los tratamientos más comunes en este ámbito se encuentran: durezas, juanetes, callos, uñas encarnadas, pie diabético, papilomas o verrugas plantares, y bromhidrosis o mal olor de pies. Además, el podólogo puede realizar estudios biomecánicos que ayudan a abordar problemas relacionados con la pisada y que pueden prevenir complicaciones más serias en el futuro, como el pie plano en la infancia.
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