La tendinitis de la pata de ganso, también conocida como tendinitis anserina o bursitis anserina, es una afección frecuente que afecta la parte interna de la rodilla.
Se trata de una inflamación que afecta los tendones de tres músculos: el sartorio, el grácil y el semitendinoso. Estos músculos se insertan en la cara interna de la parte superior de la tibia, en una región que recuerda la forma de una “pata de ganso”, de ahí su nombre.
Esta patología no solo involucra la inflamación de los tendones mencionados, sino que en muchos casos también afecta la bursa anserina, una pequeña bolsa llena de líquido cuya función es amortiguar el roce entre tendones y el hueso. Cuando esta bursa se inflama, hablamos de bursitis anserina, que suele coexistir con la tendinitis y agravar sus síntomas.
¿Cuáles son sus causas?
La aparición de esta tendinitis suele deberse a una combinación de factores biomecánicos y funcionales:
Sobrecarga Muscular
La sobrecarga muscular es una de las principales, especialmente en aquellas personas o deportistas que realizan movimientos repetitivos de flexión y rotación de rodilla, como los corredores, ciclistas, futbolistas o personas que realizan grandes caminatas en terrenos irregulares.
Mala alineación de las extremidades inferiores
También puede desarrollarse en quienes no practican deporte, sobre todo si existe un desequilibrio muscular, mala alineación de las piernas o una enfermedad articular, por ejemplo, personas con artrosis de rodilla, que provoca una cambio en la biomecánica de la marcha generando un esfuerzo extra sobre los tendones de la pata de ganso.
Debilidad o rigidez muscular
También puede aparecer en personas que presentan cierto grado de debilidad en los músculos estabilizadores de la cadera o una musculatura posterior rígida, como los isquiotibiales.
Obesidad
Las personas con exceso de peso también son propensas a sufrir esta patología ya que aumenta la presión sobre la articulación de la rodilla y los tendones implicados.
Síntomas característicos de la tendinitis de pata de ganso
El síntoma más característico de la tendinitis de la pata de ganso es un dolor localizado en la parte interna de la rodilla, justo por debajo de la línea articular. Es un dolor que puede aparecer de forma progresiva y que aumenta en intensidad al realizar acciones como subir escaleras, arrodillarse o simplemente al cruzar las piernas.
En muchas ocasiones, los pacientes lo describen como una molestia punzante o palpitante que se hace más evidente al tacto y, en algunos casos, incluso interfiere con el descanso nocturno. No es raro que también se presente una ligera hinchazón o sensación de calor en la zona.
Diagnóstico
Generalmente, el diagnóstico suele ser clínico y se basa en el estudio del historial del paciente y la exploración física. El doctor puede localizar el punto de dolor mediante la palpación de la zona afectada además de realizar maniobras específicas de resistencia, como la flexión resistida de la rodilla, para reproducir el dolor y confirmar que éste se relaciona con los tendones implicados. También es habitual realizar una evaluación del alineamiento y biomecánica del paciente.
Aunque las pruebas de imagen no siempre son necesarias, en algunos casos se puede recurrir a una ecografía o una resonancia magnética para descartar otras lesiones articulares o confirmar la inflamación de la bursa.
Tratamiento: paso a paso hacia la recuperación
El tratamiento terapéutico más habitual para esta tendinitis suele ser conservador, ya que los resultados son excelentes cuando se actúa de forma temprana.
- El primer paso suele ser reducir la carga sobre la zona afectada. Esto no significa suspender toda actividad física, pero sí guardar cierto reposo y así evitar aquellas que agravan los síntomas, como correr o subir escaleras.
- Aplicar hielo local suele resultar muy útil, especialmente en la fase aguda, ya que ayuda a disminuir la inflamación. Sesiones de 15-20 minutos por 3 o 4 veces al día será suficiente.
- El uso de antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno o el naproxeno puede ayudar a aliviar el dolor, aunque su consumo debe ser siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud.
- La fisioterapia cumple un rol importante en el tratamiento. Un programa bien diseñado incluirá estiramientos progresivos de los isquiotibiales y del cuádriceps, fortalecimiento de los músculos estabilizadores de la cadera y rodilla, y eventualmente técnicas como el masaje profundo o la liberación miofascial. En algunos pacientes también se recurre a modalidades como la electroterapia o el ultrasonido para acelerar la recuperación.
- Si existen factores biomecánicos que predisponen su aparición, como el pie plano o una mala alineación de las piernas, puede ser necesario el uso de plantillas ortopédicas personalizadas.
- En situaciones más severas o resistentes al tratamiento convencional, se puede valorar la infiltración local de corticoides, aunque esta opción se reserva para casos muy seleccionados.
¿Es necesaria la cirugía?
Afortunadamente, la cirugía rara vez es necesaria. Solo se considera en casos crónicos y cuando todos los demás tratamientos conservadores no han surtido efecto, especialmente cuando hay una bursitis persistente o un roce mecánico continuo que no puede corregirse de otro modo.
¿Se puede prevenir?
Si, prevenir esta tendinitis es totalmente posible si atendemos los factores de riesgo y seguimos ciertas pautas:
- Mantener una musculatura flexible y fuerte en las piernas y la cadera para estabilizar la articulación de la rodilla es clave.
- Realizar estiramientos frecuentes, especialmente si sentimos rigidez muscular.
- Evitar entrenamientos excesivos o aumentos bruscos en la carga, intensidad o duración del ejercicio sin haber realizado un buen calentamiento previo.
- Es importante usar un calzado adecuado que amortigüe el impacto al caminar o correr.
- Mantener un peso corporal saludable y prestar atención a la técnica deportiva.
En deportistas, una rutina regular de estiramientos y una adecuada planificación del entrenamiento puede marcar la diferencia. En personas mayores o con artrosis, ejercicios terapéuticos guiados y control de la marcha pueden prevenir no solo esta afección, sino otros trastornos musculoesqueléticos.
Por último, corregir las alteraciones biomecánicas mediante un estudio biomecánico de la marcha y el uso de plantillas personalizadas nos ayudará a mejorar la estabilidad y el trabajo que realizan las diferentes estructuras del aparato locomotor.
Conclusión
La tendinitis de la pata de ganso es una causa frecuente de dolor en la cara interna de la rodilla, especialmente en personas activas, mayores con artrosis, y en deportistas. Aunque su evolución suele ser benigna con tratamientos conservadores, es importante un diagnóstico temprano y un abordaje integral que incluya fisioterapia, ajustes biomecánicos y educación del paciente.
Con el tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes logra una recuperación completa y retorna a sus actividades sin dolor.
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